Hoy contamos con la opinión del profesor Don José María Gay de Liébana sobre los acontecimientos económicos tras la epidemia del virus SARS-COV-2 y la enfermedad COVID-19.
El profesor Gay de Liébana cuenta con una amplia y dilatada experiencia como economista. Profesor de economía financiera y contabilidad en la UB, Doctor en Ciencias Económicas y Sociales por la Universidad Abat Oliba CEU de Barcelona y Doctor en Derecho por la Universidad Camilo José Cela. Académico Numerario de la Reial Acadèmia de Doctors y Miembro de Honor del Consejo Superior Europeo de Doctores y Doctores Honoris Causa. Premio Economía por la ACPE y un largo y extenso currículum que tardaríamos horas en escribir le acompaña a una figura clave de la economía.
Si hace unos días hacíamos hincapié en el blog de ETSINE | UNIDEMA en el “de dónde venimos” con datos (débiles) que mostraba la economía (nacional y mundial) previa a la COVID-19, hoy nos ponemos en modo presente y futuro. ¿Qué está pasando? ¿Hacia dónde vamos? Entramos de lleno en clave económica de la mano del profesor.
Las reflexiones las dividimos en varias partes, a saber:
- Banca Central. Agregados Monetarios. Deuda.
- Inflación/Deflación.
- Riesgos.
En palabras del Profesor Gay de Liébana, sobre los Bancos Centrales, los mismos han actuado de manera correcta expandiendo balances, aunque destaca el hecho de que ya veníamos, de tiempos pasados, acumulando demasiados activos, deudas con colaterales “exigentes” y, a la hora de “regar” a la economía productiva, entramos en el riesgo de aceptar activos catalogados como “Bonos Basura”.
Sin duda la expansión de balance es significativa tanto del BCE como de la FED. Dicha expansión de balance es la que está permitiendo sortear en gran parte las dificultades económicas derivadas de las consecuencias de la crisis sanitaria. Concretamente hemos pasado de más de 4.5 Billones de Euros a más de 6 Billones (en el caso del Banco Central Europeo), en donde hay que sumar ciertas estimaciones que lo fijan en el entorno de los 8 Billones, o incluso algunas lo llegan a igualar al PIB de la zona Euro. Eso genera una gran pregunta ¿cómo se descargará dicho balance en el futuro?
Sobre la cuestión de fondo de dicha política expansiva, es si, a nivel europeo, y en particular de España, estamos, o no, preparados para ir hacia delante sin estímulos económicos, y a dicha pregunta, parece haber, por lo menos, una respuesta a corto-medio plazo; necesitamos el dopaje económico. Es decir, sin la respiración asistida monetaria no somos capaces de tener músculo para desarrollar un crecimiento económico sostenible.
A este respecto, el objetivo último de las políticas expansivas es que el sistema financiero en su conjunto haga de correa de transmisión de la política monetaria y llegue por tanto a la economía real, es decir, a empresas y familias, pero, y aquí viene el pero, ¿quién corre con el riesgo de que dicho crédito se impague? Aquí, hemos visto como ha salido el Estado avalando (en su mayor parte) dicho crédito (líneas ICO principalmente) para que no se creen cuellos de botella, aunque dicha política de avales pueda dejar más abandonada a la PYME, a la microempresa (recordemos que, concretamente en España, el mapa de empresas está compuesto en su mayoría por este tipo de empresas, solo entre microempresas y PYMES sin asalariados suman más del 84% del total de las empresas)
Datos de IPYME enero 2020
Sobre qué se consigue, además, con esta política expansiva del BCE, es la de proteger o favorecer a los países periféricos (España, Italia, Grecia, Portugal…) a fin de que no tengan un castigo importante por la deuda, o lo que es lo mismo, salir a financiar los déficits de estos países sin el respaldo del BCE provocaría el encontronazo de estos con las exigencias de los inversores, con la petición por parte de estos últimos de tasas de interés muy elevadas (incluso del entorno del 10%). Pero esta política de auxilio tiene sus defensores y detractores. Entre los detractores encontramos, por ejemplo, algunos de los países llamados “frugales” (o Halcones), los cuales requieren que, los países receptores de ayudas, deban realizar los ajustes pertinentes para que el déficit (la diferencia entre lo que ingresan y lo que gastan) no sea un problema significativo. Destacable el toque de atención del Constitucional Alemán, indicando que estas medidas de política expansiva del BCE deben estar claramente justificadas.
Por poner un ejemplo de hacia dónde apunta el foco de estas exigencias, mención al gasto en pensiones. En España, la tasa de reposición es la más alta de Europa (esta tasa es la relación entre el último salario cobrado y la pensión pública que se recibe. Por ejemplo, para una tasa del 80%, un asalariado que haya percibido 2.000€ de último sueldo, cobrará, de media, 1.600€ de pensión pública).
Este es solo un ejemplo de las tensiones (no solo económicas) que pueden ir manifestándose a lo largo del tiempo.
Pero, ¿Podría haber una crisis de deuda? Sí, es un riesgo importante. Con toda la política expansiva, tenemos un acumulo de deuda que en algún momento hay que pagar. Mal dirigida (sin efecto “multiplicador”) podemos encontrarnos con una desaceleración importante que haga entrar a muchos países en un círculo vicioso (baja la actividad económica, se promueve aumento de gasto social para paliar efectos, debiendo salir al mercado a financiar el déficit, lo que provoca un aumento de impuestos para aumentar recaudación la cual favorece una baja actividad económica…) que pueda terminar en una crisis de deuda. Actualmente, en gran parte, asume ese nivel de deuda el Banco Central Europeo, pero hay cierta resistencia, resistencia que, de sobrepasarse, nos colocaría en una posición delicada.
Respecto las entidades financieras, cabe destacar el esfuerzo desde la crisis de 2008 en salir más fuertes, con balances más sólidos (créditos de mayor calidad, menos préstamos dudosos, colaterales de alta calidad y liquidez…) eliminando la banca mala (cajas de ahorros en su mayoría, mal gestionadas). Tener una banca sólida, sin duda ayuda y ayudará en este sentido, aun teniendo grandes desafíos como la digitalización y la adaptación a nuevo entorno que les permita ganar competitividad (bajar costes, incrementar ventas).
Hay que pensar que, en los próximos meses, seguiremos viendo financiación bancaria (destacar el papel del ICO en este sentido) pero la banca precisa de solvencia y liquidez, y es factible encontrarnos que, pasados unos meses, y hasta cierta normalización, se cierre (en parte) el grifo de la liquidez a fin de controlar los niveles de morosidad (impagos), y veremos, en ese punto, cómo se comporta la economía. Será un momento para analizar si, con los créditos y avales emitidos hasta la fecha, la economía es capaz de volver a ponerse en pie. Debemos recordar en ese sentido, el informe de octubre de 2019 del BCE, donde se hacía mención a que, la mitad de los bancos de la eurozona, no podrían sobrevivir a una crisis de más de 6 meses de liquidez. La situación de no controlarse puede provocar tensiones importantes con repercusiones muy significativas en el resto de sectores.
Inflación/Deflación
Todo lo anterior, tiene un trasfondo que subyace preocupantemente, y esto es la inflación. Concretamente la no inflación o deflación (caída generalizada de los precios) pues, recordemos, que, los Bancos Centrales tienen como objetivo fundamental la estabilización de precios “en un nivel inferior, aunque próximo al 2%” y, a datos de junio del INE encontramos en España la confirmación, pues refleja una inflación del -0.3% (la subyacente en el 1%, que se obtiene excluyendo precios de energía y de alimentos no elaborados), y todo parece indicar que estaremos con esta dinámica durante este y el próximo año. Deberemos observar si la misma se trata de una de desinflación (una reducción en el crecimiento de los precios sin llegar a deflación) o directamente deflación.
Hay que pensar que, en el corto plazo, las materias primas están bajando significativamente (incluso llegamos a ver los futuros del petróleo cotizando en negativo, o lo que es lo mismo, cobrar por comprar un barril de petróleo), salarios a la baja, consumo descendente… un cúmulo de circunstancias que empujan hacia abajo el precio de los bienes y servicios. Pero habrá que estar atentos al futuro, al uso de determinadas monedas (cómo se financiarán los más de 100 países, de los 194 que hay en el mundo, que ya oficialmente han solicitado un rescate al FMI), qué ocurrirá cuando, con todo el dinero de nueva emisión, comience un repunte en la economía. Es muy complicado aventurarse a saber cómo irá la economía en este sentido, si habrá rebrotes importantes, cómo se comportará, qué papel jugarán las monedas más representativas como el Yen, el Dólar, el Euro…
Sin duda vienen momentos de mucha incertidumbre.